Es conveniente recordar que el amor no nace o aparece, se construye a diario, esforzándonos por cuidar día a día la salud de la relación.
El trabajo, la rutina, el estrés, los quehaceres familiares….etc. todo esto disminuye muchas veces la calidad de la convivencia y los momentos que compartimos con la pareja.
La falta de cercanía, comunicación, roces, insatisfacciones, merman ese componente emocional tan importante para que una relación sea placentera y duradera.
Cada miembro debe poner de su parte para contribuir al bien común y compartir buenos momentos juntos es una forma de conseguirlo. Irnos a la cama juntos es uno de esos momentos.
Hay un momento que pasa desapercibido muchas veces a pesar de repetirse diariamente en los hogares. No referimos al ”momento de irnos a la cama juntos”.
Existen parejas que se van a la cama a la misma hora de forma incondicional y otras en las que uno de ellos quiere quedarse a solas un tiempo, bien sea para relajarse, dedicarse un tiempo a sí mismo, o disfrutar un periodo de tiempo en tranquilidad.
Muchos matrimonios no se plantean el «irnos a la cama juntos» no se acuestan al mismo tiempo. Algunas personas son noctámbulas y prosperan por la noche y existen las que son alondras matutinas, más enérgicas a primera hora. Esas preferencias son las que más determinan los patrones del sueño compartido, también conocidos como modelos diádicos. La sincronización puede tener un impacto significativo en la relación. Se debe valorar como afecta y discutir formas para abordar cualquier problema que pueda surgir si se da este acontecimiento.
En una encuesta realizada por el diario “The Telegraph” ha detectado que los tres años de convivencia es el punto más crítico, puesto que es el momento en el que empiezan a acomodarse, a darse por hecho muchas cosas. La chispa inicial dejaba paso a menos sexo, menos “Te Quiero”, menos arrumacos en el sofá y más acostarse a horas diferentes.
El profesor Jeffrey Larson ha detectado, tal como recoge “Psychology Today”, que las parejas cuyos hábitos de sueño no coinciden tienen más conflictos, conversan menos, comparten menos actividades y practican menos sexo. En cambio, son numerosas las virtudes de irnos a la cama juntos, a la misma hora que nuestra pareja.
Otro estudio realizado por los profesores Brant Hasler y Wendy M. Troxel ha detectado que existe una dependencia entre el sueño y el funcionamiento de una relación en aquellos casos en los que se comparte el espacio para dormir. Esto significa que el comportamiento nocturno de una pareja afecta en sus conflictos, en su estado anímico y en su relación durante el resto del día. El irnos a la cama juntos propiciara que todo vaya mejor.