Dormir en un lugar nuevo nos resulta difícil, de todos es sabido
Posiblemente nos haya pasado a todos, dormir en un lugar nuevo, que no es nuestra casa, bien sea hotel, la casa de un familiar, amigo…etc… y nos cuesta trabajo conciliar el sueño y dormimos mal. El resultado es que nos despertamos más cansados que cuando nos acostamos.
Es muy popular el dicho de que extrañamos la cama y el culpable principalmente es nuestro cerebro y tiene una explicación científica. Una parte de nuestro cerebro, ha sido demostrado, que no descansa al dormir en un lugar nuevo, uno de los hemisferios, el izquierdo se mantiene más despierto, está alerta por si algo malo ocurriera y reacciona inmediatamente a sonidos agudos haciendo que la persona se despierte con facilidad.
La ciencia ha constatado que cuando dormimos fuera de casa, sobre todo la primera noche, sufrimos el denominado “efecto primera noche” o como vulgarmente lo llamamos “dormir con un ojo abierto” que impide que durmamos con la tranquilidad habitual.
Nos ocurre algo parecido a los delfines, que debido a que deben emerger para respirar, incluso durante el sueño, duermen desconectando alternativamente cada lado del cerebro, primero duerme el hemisferio derecho y vigila el izquierdo y después a la inversa. Así ha llegado a estar activo un delfín 15 días, sin mostrar deterioro intelectual a pesar de no dormirse del todo en ningún momento. En el cerebro humano, medio cerebro permanece alerta cuando dormimos en un lugar nuevo.
También es cierto que se ha demostrado en el mismo estudio llevado a cabo por la universidad de Brown que el patrón del sueño se ve alterado sobre todo la primera noche, siendo restaurado en las siguientes.
Este efecto podría paliarse si se durmiera en la misma almohada. Todos sabemos por qué nos ha pasado alguna vez que cuando dormimos fuera extrañamos nuestro colchón, pero sobre todo nuestra almohada, el soporte cálido de nuestra cabeza se convierte en algo muy personal, de hecho existen personas que viajan siempre con su almohada y en algunos hoteles ofrecen ya una variada carta de ellas.
Este objeto tan personal puede aliviar el estado de alerta de esa parte de nuestro cerebro que está consciente toda la noche de que estamos en un lugar nuevo y mantiene vigilancia nocturna como una respuesta de supervivencia.
Por otra parte, intentar recrear el sitio habitual de descanso también podría ayudar: temperatura, silencio, algún objeto familiar de nuestro dormitorio como un portarretratos, un aroma…etc… Cuanto más se semeje el entorno de descanso al hogar habrá mejor calidad de sueño ya que esto podría engañar un poco al cerebro y encontrarse más como en su casa.
También es posible que las personas que tienen que dormir en lugares nuevos a menudo pueden no sufrir necesariamente esta falta de sueño. Los cerebros humanos son muy flexibles y pueden llegar a adaptarse a estas variaciones.
Esta capacidad del hemisferio izquierdo para permanecer alerta parece una estrategia evolutiva: hubo un tiempo en que dormir por completo en un entorno desconocido podía suponer graves peligros. Amenazas que no se dan en un hotel u otra casa.
Es un descubrimiento más de la ciencia que demuestra que el sueño no es un proceso pasivo, que mientras dormimos nuestro cuerpo realiza diferentes funciones, entre ellas la de “vigilante nocturno”.
Ya sabemos por qué nos cuesta dormir cuando estamos en un lugar nuevo del que nuestro cerebro no tiene registro alguno. Tendremos que agradecer a nuestro cerebro que esté vigilante mientras descansamos.